¿Por
qué premiar sin mesura no hace ningún bien a los niños?
Sentarse a escribir la carta a los
Reyes Magos o a Papá Noel es un momento maravilloso para educar y formar en
aspectos tan importantes como la moderación, la solidaridad, la toma de
decisiones, el establecimiento de prioridades y aprender a razonar, entre
otros. Además es una buena ocasión en la que podemos aprovechar
para conversar un buen rato con los niños y hacer balance de su año, saber qué les gustaría cambiar o mejorar, conocer sus deseos, hacer buenos propósitos... etc.
para conversar un buen rato con los niños y hacer balance de su año, saber qué les gustaría cambiar o mejorar, conocer sus deseos, hacer buenos propósitos... etc.
Así lo asegura la doctora Marisa Navarro,
terapeuta y autora de los libros «La
medicina emocional» y «El efecto tarta», que afirma que compartir
este momento con ellos, es una oportunidad perfecta para seguir fomentando los
vínculos afectivos entre padres e hijos y conocerse mejor. Igual de importante
es saber cuál es ese regalo que están esperando con tanta ilusión y para ello,
además hablarlo, lo ideal es jugar con ellos y saber así, qué es lo que les
gusta, con qué juegan más, qué les hace ser más creativos o qué les resulta más
divertido y emocionante.
A la hora de elegir, «el juguete perfecto es aquel que estimule
sus capacidades, que puedan compartir y con el que puedan jugar con otros
niños, pero sobre todo el que ayude a que el niño crezca en sus habilidades
sociales», afirma la doctora. Aunque sean juegos tecnológicos, deben fomentar
que el niño piense, y que se realice un uso activo de los mismos, que les ayude
a organizarse y a concentrarse, frente a un uso pasivo. «De esta manera, los
juguetes se convierten en un aliado de los padres en la educación de sus
hijos», añade.
Lo que por
el contrario no se debe hacer es llenar a los niños de regalos, evitar lo que
se conoce como el síndrome del niño «hiperregalado», que sufren aquellos, que
ante tal avalancha de obsequios, en un mismo día, y con tantos focos de
atención, son incapaces de concentrarse en ninguno. Con esta práctica, no se le
hace ningún favor a los pequeños y se les transmiten unos valores muy
negativos, como dar poco o ningún valor a las cosas, pensar que todo es fácil
de conseguir, y que no necesitan esforzarse para obtener lo que desean,
volviéndose enormemente cómodos y, en consecuencia, tenemos niños frustrados y
con falta de imaginación e ilusión por las cosas, consumistas y caprichosos,
que solo dan importancia a lo material. Estas características les acompañarán
cuando sean adultos, y se reflejarán en todas las facetas de su vida.
Los padres
tenemos mucha responsabilidad en esto, pues pensamos que hacerles regalos es la
mejor manera de demostrarles nuestro amor. Trabajamos mucho y no les dedicamos
el suficiente tiempo y atención, y nos sentimos culpables, así que les
compramos mas incluso de lo que ellos piden. Y no somos conscientes del
perjuicio que les estamos haciendo. Los regalos no sustituyen el tiempo que
podemos pasar con los niños, aprovechemos los juguetes para jugar con ellos, y
prestarles la atención que requieren.
Por este motivo, la doctora comenta que lo
ideal es recibir como máximo
cuatro o cinco regalos, siempre que sea posible. Según ella
estos deberían consistir en algo para leer, algo útil como un nuevo estuche de
pinturas para la escuela, algo necesario como unos nuevos zapatos, o un abrigo
y algún juguete que desee. Por último, una buena idea es recibir algo para
otros niños, para sus hermanos, sus primos, o para algún niño que pueda
necesitarlo, esto les educará en valores como saber compartir, la amistad, la
solidaridad, la bondad, generosidad, gratitud, empatía, y muchos otros que les
acompañarán en su vida adulta.
Fuente: ABC
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